domingo, 30 de mayo de 2010

La pequeña muerte (Eduardo Galeano)

No nos da risa el amor cuando llega a lo más hondo de su
viaje, a lo más alto de su vuelo: en lo más hondo, en lo más alto,
nos arranca gemidos y quejidos, voces de dolor, aunque sea
jubiloso dolor, lo que pensándolo bien nada tiene de raro, porque
nacer es una alegría que duele.

Pequeña muerte, llaman en Francia a la culminación del abrazo, que rompiéndonos nos junta y perdiéndonos nos encuentra y acabándonos nos empieza.
Pequeña muerte, la llaman; pero grande , muy grande ha de ser, si matándonos nos nace.



        En tiempos de encuentro y de abrazos, la lucha por aquello en que creemos nos arrebata a pedazos las mezquinas certezas cotidianas y nos arroja impiadosa al universo de la incertidumbre.
        Se requiere el valor que a veces falta, y resulta imprescindible la cercanía de los que comparten nuestros sueños.
        Porque el encuentro en el abrazo con los otros, nos devuelve siempre renacidos, apostamos a la vida aunque nos rompa una y mil veces en pequeñas muertes necesarias.
                                            Dra. Susana B. Etchegoyen

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